Espejo, Cap. 32

Espejo, Cap. 32

En Aaa...

-¿Ves? Este es el acorde do. -Dijo él poniendo los dedos en las cuerdas del bajo. Fionna trató de imitarlo, con un bajo normal que Marshall le había dejado y el cual, al parecer, no le tenía tanto cariño. Cuando consiguió la posición exacta para la nota do, Marshall asintió, y tocó las cuerdas para enseñarle como debía sonar. Ella lo intentó, pero le salió una nota desafinada. Marshall le quitó el bajo de las manos y lo afinó. Le devolvió el bajo y esta vez el acorde sonó afín con el del bajo-hacha de él. Fionna sonrió.- De acuerdo, ya sabes tocar un acorde, vamos por el re. -Y sin perder tiempo, cambió el acorde e hizo sonar el bajo.-
-Eh... ¿No me vas a dar un papel? -Dijo Fionna. Si iba tan rápido no se conseguiría aprender nada.-
-¿Para qué quieres un papel? -Preguntó él extrañado.-
-Para apuntarme los acordes, ¿no está claro? -Respondió Fionna, con exasperación. Marshall advirtió el tono utilizado.-
-Porque tu pequeño cerebro mortal no sabe retener información... -Contestó él, para molestarla. Claramente, funcionó. A veces pensaba que era demasiado fácil.-
-Eh, no te pases. Solo lo quiero apuntar por si acaso, ya que también tengo clases con Gumball, y entrenamiento con Cake, y están siendo unos días estresantes. -Dijo casi amenazante. En cambio, Marshall se rió.-
-¡Están siendo unos días estresantes! -Imitó la voz de Fionna y se echó a reír otra vez. Era como volver a conocerla, aunque quizás lo era...-
-¡No te burles de mí! -Exclamó Fionna, y al ver que no paraba, le fue a pegar un puñetazo en el hombro. Él lo vio por el rabillo del ojo y paró el puño con sorprendente rapidez. Con Fionna desconcertada fue fácil hacer una llave para dejarla inmovilizada en el suelo. Ella se intentó soltar, pero Marshall la retenía.- ¡Déjame ir! -Gritó, cansada de sus bromitas y de su aire de superioridad.-
-¿Cómo se pide? -Dijo con sorna. Fionna le echó una mirada asesina. Él rió otra vez.- Aún te faltan muchos entrenamientos con Cake para poder siquiera ponerme la mano encima. -La dejo ir y ella cogió el bajo, malhumorada.- Bueno, futura esbirra, voy a enseñarte el acorde re, ¿entendido? -Ella soltó un gruñido, pensando lo molesto que era que la trataran como si hubiera nacido ayer.

Fionna pasó un buen rato enfurruñada, y con los brazos cruzados. Marshall intentó hacer que cogiera el bajo, pero nada. Al final exclamó que le daba igual, que quien salía perdiendo era ella, y empezó a hacer improvisaciones con el bajo-hacha. Fionna le dio la razón en su interior y se levantó. Marshall la miró curioso, no sabía que iba a hacer ahora. Ella subió a la habitación del vampiro, sin ni siquiera preguntarlo. Él voló hasta su cuarto. Cuando llegó hasta arriba vio que la chica estaba revolviendo los cajones.

-¡¡Eh!! -Fionna lo ignoró, con expresión neutra continuó rebuscando en los cajones dejándolos abiertos y con la mitad de las cosas en el suelo. Iba a abrir un cajón de la mesilla de al lado de la mesa, pero él la paró con un manotazo. Ella lo miró sin cambiar de expresión.- ¿Qué te crees que haces?
-Buscar un papel y lápiz. -Dijo ella. Marshall suspiró para relajarse. ¿Quién se creía que era para irrumpir así en la habitación del rey de los vampiros y empezar a abrir todos los cajones? Se lo hubiese permitido a la otra Fionna, pero a esta no. Vio que iba a continuar lo que él había interrumpido y dijo.-
-No creo que encuentres nada en el cajón de los calzoncillos... -Fionna paró y lo miró sospechando que quizás el papel estaba en ese sitio. Lo abrió y vio que no había mentido. Sonrojada, lo cerró. Marshall le extendió papel y un bolígrafo.- Sal de mi habitación. -Ella sonrió falsamente antes de quitarle el papel de las manos y bajar.
Cuando ella bajó, casi se sienta en el sofá, pero al recordar su primera visita, cambió de opinión. El vampiro le enseñó rápidamente cuatro acordes principales, de forma que a ella apenas le dio tiempo de apuntarlos. Se quejó, pero él le respondió que tenía papel. Fionna suspiró, y supuso que para ganar esta apuesta tendría que ser agradable con el vampiro, cosa nueva para ella, pero no imposible. Le pidió disculpas falsamente por violar su espacio personal, y por comportarse como una niña. Marshall reconoció que no lo sentía de verdad, pero agradeció el intento. Entonces miró el reloj y le preguntó a Fionna a que hora tenía que estar en Chuchelandia. Ella le iba a responder cuando también lo vio y exclamó unas palabras que no voy a reproducir en su exactitud. Marshall entendió que llegaba tarde y, con su paraguas en mano, la cogió por la cintura y la llevó volando hasta ahí. Fionna se agarró a Marshall con todas sus fuerzas, no pudo evitar mirar hacia abajo. Al principio sintió miedo de que al vampiro se le ocurriera dejarla caer, pero cuando vio que la aguantaba con firmeza, cerró los ojos y se dejó imaginar que era ella quien volaba. Marshall la vio con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa en el rostro, no pudo evitar sonreír él también. Fionna abrió lentamente los ojos, nunca se había sentido tan libre. Vio que se acercaban a Chuchelandia, y recordó que dentro de poco tiempo la libertad que sentía se vería menguada por su gata. Pensó en hacer novillos en el entrenamiento también, pensó desechó esa idea casi de inmediato. Era un pensamiento suicida. Entraron por la ventana del laboratorio de Gumball, y Marshall se despidió. Fionna le dio las gracias por haberla traído hasta ahí, y él le restó importancia. Ella salió del laboratorio y intentó volver a la clase.
Tras una media hora, se encontró a Menta, quién le preguntó que hacía ahí. Le explicó que Cake había llegado y cuando le preguntó a Gumball donde estaba Fionna, él le contestó que había ido al baño y aún no había vuelto. Justo después de contárselo, apareció la antes mencionada gata con el tamaño multiplicado por tres. Abrió la boca para decir algo, y Fionna se disculpó diciendo que salía tan poco de clase que se había perdido. Cake disminuyó de tamaño y se la miró desconfiada. Fionna pidió perdón cabizbaja, mientras esperaba que se lo creyera. La gata suspiró, y le dijo que se despidiera de Gumball, que se iban a comer. Así lo hizo y se fueron a casa.

Durante el entrenamiento, Cake notó que Fionna estaba distraída, y al acabar un ejercicio, le preguntó si ocurría algo. Fionna no contestó. No iba a decirle que estaba pensando en la clase que había tenido hoy con Marshall ni que estaba repitiendo los acordes en su cabeza.
-Fionna, si no te concentras no va a servir de nada el entrenamiento... -Le dijo Cake en tono suave.-
-Es que estoy distraída -Fue toda la contestación que obtuvo.-
-Cielo, puedes decirme algo si te preoc... -Empezó a decir la gata antes de que Fionna la cortara.-
-Estoy bien. -Dijo ella. Cake suspiró, era difícil de tratar con esa Fionna. Tendría que ir por la línea directa.-
-¿De qué has hablado hoy con PG, Fi? -Preguntó.-
-La clase ha ido bien. -Respondió Fionna.-
-No te he preguntado que tal ha ido la clase, te he preguntado de que la has hecho hoy. Normalmente no estás tan distraída, tiene que haber sido algo que captara tu atención. -
-¿Si me concentro puedo no contestar la pregunta? -Dijo ella. Normalmente se hubiera podido inventar cualquier mentira, pero le había pillado desprevenida.-
-Supongo que si... -Cake ya desconfiaba. ¿De qué podrían haber hablado que no le pudiese contar?-
Fionna seguía con la clase de bajo que hoy había tenido en la cabeza, y se tenía que concentrar en el entrenamiento o inventarse un tema que le quitase toda su atención. Aún te faltan muchos entrenamientos con Cake para poder siquiera ponerme la mano encima. Pero al recordar esa frase decidió basarse en eso para hacer los entrenamientos. No iba a dejar que nadie, ni siquiera el rey de los vampiros, pensara que es débil.