Espejo, Cap. 47

Espejo, Cap. 47

En la Tierra…

-¿Estás segura que seré capaz de hacerlo? –Preguntó Fionna con las manos en el volante.-
-No, pero si no lo probamos, nunca lo sabremos. –Respondió Penny con falsa seguridad.-
El jueves había pasado sin incidentes. Había hablado con Kenneth por el móvil, y ya habían hecho las paces. Nada destacable de ese día, aparte de eso. Pero por la tarde, cuando Penny y Fionna se subieron al descapotable azul, la tranquilidad del día había desaparecido dando paso a inseguridad y miedo. Penny la había convencido para hacer la prueba final: conducir en carretera.
-Venga, arranca. –La presionó Penny al ver que se podrían estar una hora bien buena paradas si no se decidían ya. Fionna inspiró profundamente.-
-Vale. Allá vamos. –La conductora pisó el acelerador, aunque no tan suavemente como pretendía. Al darse cuenta de ello, pisó el freno de golpe.-
-No vuelvas a hacer eso, porfa. –Suplicó Penny, agradeciendo en silencio que llevara el cinturón. Fionna rió nerviosa, y asintió.-
Esa vez sí que arrancó con más cuidado y Penny respiró tranquila. Mientras no hiciera nada para alterarla había pocas posibilidades de que tuvieran un accidente. Salieron del jardín sin ningún susto más que el primero, y Fionna miró a Penny.
-¡Estoy conduciendo! –Exclamó riendo.-
Su amiga le dijo alarmada que mirara al frente, y se poco no se chocan con un coche por culpa de la distracción. Fionna se concentró en ese momento. Empezó a conducir parando en los STOP, acelerando en los semáforos en ámbar, diciendo en voz alta lo que significaba cada señal de tráfico para que Penny pudiera decirle si lo estaba haciendo bien, bajando la velocidad en la zona de radares, etc. Pasada una hora, le preguntó a Penny dónde estaban. Su amiga la miró con cara de póker, no muy bien disimulada, y le respondió que no lo sabía.
-¡¿Qué?! –Exclamó Fionna. A Penny se le escapó una pequeña risa.-
-Es que estaba tan concentrada en que no te saltaras nada que… -Fionna suspiró de exasperación.-
-Ya te vale… -Continuó conduciendo sin rumbo, mirando los alrededores.-
Estaba anocheciendo, y no había nadie por la calle. Tampoco parecía un barrio por el cual fuera seguro caminar sola por la noche. Pensó que quizás a la próxima persona que vieran podría preguntarle donde ir. Para pasar un poco el rato, le preguntó a Penny si sabía dónde guardaba ella los billetes, para cuando quisiera comprar algo. Su amiga le contestó que no, que no eran cosas de ir diciendo, pero que si quería ya le ayudaría a buscarlo. Fionna se conformó con eso, y justo después vio una silueta al final de la calle. Entrecerró los ojos para ver mejor y se sorprendió con su inesperada suerte: era Marshall. Seguro que él sabía cómo volver a casa. Cuando pasó por su lado, frenó ante la mirada interrogativa de Penny y bajó la ventanilla. Tocó el claxon para llamar su atención y él, efectivamente, se giró para ver quién era. Tardó un par de segundos en reconocerla, pero cuando lo hizo se acercó con una sonrisa.
-Vaya, ¿qué haces aquí? ¿Te has perdido? –Preguntó de broma, aunque de verdad le sorprendía que estuviera en ese barrio. Fionna rió avergonzada.-
-Ehh… en realidad sí. –Penny le dio un codazo. No tendría que reaccionar tan bien al hablar con alguien de esa “clase”. Marshall advirtió que estaba con una amiga, y enseguida fingió que no la conocía tan bien como en realidad lo hacía.-
-Supongo que quieres ir al barrio “pijo”. –Dijo, un poco más incómodo que antes. Fionna no entendió a que venía esa repentina inseguridad, pero igualmente sonrió.-
-Creo que sí… -Miró a Penny, quién afirmó con la cabeza, y se volvió hacia Marshall.- ¿Puedes…?
-Claro. –Se acercó más a la ventanilla y acompañando su explicación con gestos, dijo.- Solo tienes que seguir recto hasta la segunda salida, después tienes que ir a la derecha y te encontrarás una rotonda. Coge la tercera salida y llegarás a la carretera central. Supongo que tu amiga te sabrá guiar desde ahí. ¿Entendido?
-Sí, gracias. –Marshall hizo un movimiento de cabeza y dio media vuelta para irse. A Fionna no le pareció bien que se fuera así sin más.- ¿Quieres que te lleve a algún sitio? –Preguntó.-
-¿Qué? –Se le escapó a Penny. No podía subirlo así en su coche. Alguien los vería. Marshall miró hacia atrás y, con una extraña mueca que imitaba a una sonrisa, contestó.-
-Pues… en realidad no. Me iba a casa. –Al ver que Fionna iba a preguntar si quería que lo acercara, respondió antes.- Mi casa está aquí al lado.
-Seguro que… -Fionna no acababa de encajar que Marshall viviera ahí, pero después pensó que quizás era el sitio que se correspondía a su cueva, y dejó la pregunta en el aire.-
-De verdad, no hace falta. Pero gracias. –Dijo antes de girarse por completo.-
Empezó a alejarse y cuando oyó que las dos animadoras se iban, no pudo evitarlo y miró hacia atrás. Vio a la amiga comentarle algo entre extrañada y horrorizada. Marshall rió por dentro. Imaginaba que lo que le estaría diciendo sería algo como “¿Pero por qué querías ayudarle? No puedes juntarte con la plebe .” Él giró la esquina y subió hasta su piso. Cuando fue a entrar, oyó que Ashley vociferaba tras la puerta. Estuvo tentado de seguir fuera, pero se dijo que él no tendría la culpa de lo que fuera que la molestara. Puso la llave en el cerrojo y abrió la puerta.
-¡Estúpido bicharraco! –Marshall se encontró con Ashley intentando sacar del sofá a Schawelle por la fuerza, pero la gata se había agarrado con todas sus garras a él.- ¡Deberías estar muerto, maldito hijo de…!
-Hola… -Saludó Marshall sin demasiado ánimo. Ashley dejó a Schawelle y fue a saludar a su novio con un beso.-
-¡Hola, Mar-Mar! –El chico suspiró. Conocía ese saludo. Iba a pedirle algo.-
-¿Qué tienes en contra de Schawelle? –Dijo para desviar el tema o conducirlo directamente hasta él.-
-Verás, estaba yo tan tranquila, cuando pensé “Estaría bien ver la tele hasta que llegue Marsh”, y fui a sentarme en el sofá. –Marshall la miró pidiéndole que fuera al grano.- ¡Pero esa cosa estaba en medio y no se quería ir! –Exclamó. Marshall suspiró.-
-Ashley, lo peor que puedes hacer para que un gato dormido se vaya, es despertarlo.
-¿Cómo sabes que estaba durmiendo? –Preguntó curiosa.-
-Porque es lo único que hace. –Resumió él.-
-¡No! ¡También araña! –Ashley le enseñó un pequeño arañazo en el brazo.- No deberías haberlo cogido, deberías haber dejado que lo atropellara un coche.
-¡Ashley! No seas tan… -Empezó Marshall, pero su novia lo discutió.-
-¿Por qué no lo abandonas? Mejor aún, véndelo. –Marshall respiró hondo y, completamente serio, respondió.-
-No. –Enfadado, se fue a la habitación. Cerró la puerta y se masajeó la sien. A veces Ashley era insoportable. Se empezó a quitar la ropa para darse una ducha, y su novia entró, con aspecto de avergonzada. Marshall la miró sin expresión alguna en el rostro.-
-Mar-Mar… No quería discutir contigo, no sabía que la cosa esa significaba algo para ti. –Dijo como disculpa.-
-Para empezar, es una gata, y se llama Schawelle. –Casi escupió. Ashley se escondió un poco detrás la puerta.- Y segundo, ¿de verdad crees que me la hubiese traído a casa para abandonarla después de pocos días? –La chica miró al suelo, procurando parecer arrepentida.-
-Lo siento… ¿Crees que me podrás perdonar? –Marshall se dejó caer en la cama y suspiró. Ashley entró en la habitación y cerró la puerta lentamente. Caminó hacia él y empezó a besarle.- ¿ Porfi ? –Preguntó al detenerse un momento.-
-No podría estar enfadado contigo. –Respondió Marshall, dejándose llevar por el calor de sus cuerpos.-

Al día siguiente, Fionna se despertó llena de energía. Despertó a Cake para que fuera a desayunar, y la gata fue hacia la cocina arrastrando las patas. Saltó hasta subirse a una de las sillas y Fionna le sirvió las sobras de la cena. Cake empezó a comer medio dormida. Fionna desayunó con ella, explicándole lo nerviosa que estaba por ir ella sola al instituto ese día. Sonó el móvil de Fionna, avisándole de un nuevo mensaje. Ella lo miró y con una sonrisa contestó.
“Buenos días, mi princesa.”
“Buenos días, mi príncipe de fuego.”
“¿No te habré despertado, no?”
“Para nada. : )”
“Me alegro, no estaba seguro.
¿Seguro que esta tarde no puedes quedar?”
“No… sabes que tengo clases con Marshall.”
“Te echo de menos…”
“Y yo a ti. Hablamos en clase, voy a llegar tarde si no me doy prisa.”
“Como quieras, amor.”
“Hasta ahora.”
“Te quiero.”
“Yo más.”
“No, yo más.”
…
Efectivamente, Fionna llegó tarde al instituto.