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Espejo, Cap. 50

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Espejo, Cap. 50

En Aaa…


Fionna se arrepintió pronto de haberle dicho a Cake que un monstruo la había atacado. Ella, preocupada, le había preguntado si lo había vencido y, en un momento de arrogancia, la humana le contestó que sí, orgullosa por algo que no había hecho. En cuanto lo oyó, la gata planeó un entrenamiento un tanto diferente. Fionna no hubiese imaginado nunca que la pequeña mentira acabaría en un enfrentamiento con un cíclope. Cuando se vio armada con una espada y Cake animándole a matar al monstruo porque había demostrado su maldad, ya era demasiado tarde para desmentir su error. Aun así intentó que la gata la sacara del bosque, alegando que ella solo había derrotado a un monstruo pequeñito, no a eso. Cake la ignoró y le exclamó que ya estaba preparada, los cíclopes eran bastante fáciles de quitar de en medio, no eran especialmente listos. Se subió a un árbol y animó desde arriba. Fionna se puso en posición de ataque y el cíclope avanzó un par de pasos hacia ella, lentamente. Ella gritó y alzó más la espada, como si mantenerla quieta delante de su enemigo fuera a dar resultado. El cíclope la olió y, tras pensar que quizás estaba mala por la forma en que temblaba, la apartó de un manotazo. Cake hizo una mueca al ver a su hermana chocarse de espaldas contra un tronco. Fionna ahogó un grito y soltó la espada del impacto. La gata la animó a levantarse y a volver a luchar. Ella intentó levantarse, apoyando ambas manos en el suelo. Sentía un agudo dolor en un costado. El cíclope oyó que tosía y al darse cuenta que vivía se giró de nuevo. Cogió la espada mientras ella no podía atacarle y empezó a mirar el arma con curiosidad. Se pinchó con ella y la tiró lejos, con un pequeño llanto. Después cogió a Fionna con una de sus manazas y se la miró más de cerca. Ella forcejeó inútilmente, y pensó, por la forma en que la miraba, que se la iba a comer. ¿Así sería su final? ¿Comida por un cíclope? Bueno, al menos no era un final corriente. El monstruo levantó la otra mano y, con un dedo, empezó a tocarle la cabeza a Fionna. Ella se lo miró extrañada y, hasta que él no consiguió romperle la cinta que llevaba en el pelo y soltar su coleta, no entendió que lo que hacía era acariciarle el pelo. Por la cara que ponía, le gustaba bastante. Oyó una exclamación de Cake, para que luchara, pero ella la ignoró. Cuando el monstruo se cansó de tocar el dorado y suave pelo, la soltó de golpe y se fue. Ella se levantó del suelo, un poco adolorida, pero sin acabar de creer su suerte. Se había librado… o quizás no. Cake se acercó a ella devolviéndole la espada y señaló el camino de árboles caídos que había dejado el cíclope al pasar. Fionna se negó rotundamente, pero la gata insistió tanto que al final cogió la espada e hizo ver que lo seguía. En un momento que vio que su hermana se había despistado, giró hacia la izquierda y se perdió entre los árboles. Continuó caminando, casi a ciegas, hasta que se dio cuenta que los árboles se volvían de algodón de azúcar. Estaría por los alrededores de Chuchelandia. Dio un pequeño saltito de alegría e intentó averiguar por donde llegaría a la muralla. Cuando consiguió llegar al alto muro, ya estaba anocheciendo. Entró en el reino sin encontrar más problemas que unos cuantos chuches que empezaron a acorralarla y a pedirle autógrafos. Intentó apartarlos con una sonrisa, pero no se rendían, así que al final los apartó a patadas. Fue al castillo a paso rápido y llamó a la puerta. Peppermint Maid la abrió, y la dejó pasar en cuanto vio que era Fionna. Le mostró el camino hasta la sala donde estaba el príncipe y ella pasó sin llamar a la puerta siquiera. Gumball se giró, extrañado y le preguntó que hacía ahí. Fionna se echó a reír al verlo con delantal y sacando galletas del horno. Él puso cara de fastidio y volvió a repetir la pregunta.
-Necesito que le digas a Cake que se me ha torcido el tobillo otra vez o algo para que pueda saltarme el entrenamiento. –Explicó, apoyándose en la mesa y tomando una galleta.-
-Fionna, no voy a hacer eso. –Exclamó él, quitándole la galleta de la mano y volviendo a ponerla en la bandeja.- Aparte que ya me siento mal por mentirle a Cake por las clases de Marshall.
-Oh, Gumball, eres demasiado bueno con todo el mundo. –Dijo ella, pasando por su lado y cogiendo de nuevo la misma galleta. Él se la miró con expresión de sospecha.-
-No vas a conseguirlo. –Fionna se lo miró, haciéndose la sorprendida.-
-¿Es que tengo que tener un motivo para decir la verdad? –Se sentó encima de la mesa, y mordió la galleta.-
-Fionna, no. Si no entrenas no podrás defender a los más indefensos, ni podrás salvar a nadie. Y no voy a dejar a Aaa sin su heroína por qué a esta le dé pereza. –Dijo él, dejando la bandeja en otra mesa.-
-No te lo pido porque me dé pereza, lo digo porqué Cake se piensa que ya estoy preparada para luchar. ¡Un cíclope casi me mata! –Se levantó un poco la camiseta y le enseñó la marca que le había dejado el chocar contra el árbol. Gumball la miró y suspiró.-
-Lo siento pero no. Además, ¿cómo estás tan segura que no estás preparada?
-Lo sé. –Fionna suspiró y bajó de la mesa de un salto.- No me vas a ayudar, vale. Entonces voy a tener que torcerme el tobillo de verdad. –PG la miró sobresaltado. No sería capaz. ¿O sí? Teniendo en cuenta la Fionna de la que hablaban, era más probable que sí. No podía dejar que se hiciera eso. Y ella lo sabía.-
-No seas tan drástica, si lo prefieres puedo hablar con Cake para intentar convencerla. –Fionna sonrió victoriosamente.-
-¡Gracias, Gumball! –Ella saltó a abrazarle.- Eres el mejor amigo que una chica podría desear. –Él suspiró, sabía que tan solo le decía eso para continuar pidiéndole favores. La apartó y, para cambiar de tema, preguntó.-
-¿Qué tal las clases con Marshall? –Fionna tragó lo que quedaba de galleta y sonrió.-
-Muy bien. –Ella se acordó entonces de lo de esa mañana.- Oye, PG, ¿cómo se llega a la Nochesfera?
-No voy a decírtelo. –Contestó él. Vio la expresión de indignada de Fionna y rió un poco.- Si no estás preparada para un cíclope, no estás preparada para los seres de la Nochesfera. Son mucho más peligrosos. –Ella fue a contestar, pero supuso que tenía razón. Aun así, tenía curiosidad. Ya lo averiguaría.- ¿Es qué Marshall te ha invitado a ir a alguna fiesta ahí?
-No, que va. Es que hoy…
Fionna no llegó a explicarle lo que había pasado ese viernes mañana, ya que Cake entró. Ni siquiera se mostró exageradamente grande, como cada vez que interrumpía algo. Se cruzó de brazos y miró a Fionna. Ella sonrió e intentó disculparse, diciendo que había quedado con Gumball para hacer galletas. Le dio uno de los dulces recién cocinados. Ella lo apartó suavemente y cogió a Fionna por el pelo. La acercó y le amenazó para la próxima vez que se escapara. Ella miró a PG, y le pidió ayuda con la mirada. El príncipe solo se despidió de la humana deseándole suerte, y empezó a ponerle glaseado en las galletas. Ella le dirigió una mirada asesina y siguió a Cake hasta la casa del árbol, dónde logró convencerla de no podía empezar directamente con cíclopes. La gata se disculpó y dejó que se saltara el resto del entrenamiento. Fionna volvió a sorprenderse de su suerte.

El sábado por la mañana, Cake la llevó a Chuchelandia con la promesa de una sorpresa para el entrenamiento de esa tarde. Fionna no sabía si tenía que esperarse una cosa buena o una mala. Se lo preguntó a Gumball, y tampoco supo contestarle. Por primera vez desde hacía un par de días, hicieron clase normal. Al mediodía llegó Cake, riendo por lo bajo, emocionada por el entrenamiento de esa tarde. Fionna le pidió a Gumball si podía esconderse en el castillo esa tarde, pero él se negó. Fuera lo que fuera, lo mejor sería afrontarlo. La gata se despidió del príncipe y se llevó a Fionna a casa para comer. Después de una abundante comida, Cake le descubrió que para ese entrenamiento no iba a tener que luchar. Fionna se la miró extrañada. Ella continuó explicando: En ese entrenamiento iban a ir a buscar algún tesoro. Porque la aventura no se trata tan solo de matar monstruos malos. La humana suspiró de alivio. Seguro que la tarea de encontrar tesoros no era tan difícil ni requería tanto esfuerzo físico. Se pasaron toda la tarde caminando en vano, pues no encontraron nada de nada. Cake le dijo que solía pasar, pero que ya encontrarían algo. Al volver a casa, Fionna entendió de donde salían las montañas de oro y joyas que tenían en la entrada. Pero tenía que admitir que le gustaba más ese entrenamiento.

El domingo Fionna se despertó bastante tarde. Bajó esperando encontrar a su hermana cocinando el desayuno, pero se lo encontró ya cocinado con una nota que explicaba que se había ido a casa de Mochro a pasar el día. Ella desayunó sola, pensando que podría hacer durante el día. Cuando la incógnita de la Nochesfera fue elegida de entre las muchas que rondaban por la mente de Fionna, decidió buscar la respuesta. ¿Dónde? Fácil: en la biblioteca. Gracias al mapa llegó casi sin perderse, y al entrar casi se sorprendió del silencio. Miró alrededor y vio un pequeño mostrador con un chico tortuga detrás. Fue exhibiendo su mejor sonrisa y le preguntó al chico si sabía dónde podía encontrar algo relacionado con la Nochesfera. El príncipe se extrañó que Fionna preguntara eso, pero de todas formas le indicó el camino. Ella se aguantó la risa por la forma en que hablaba y le agradeció la información antes de irse. Llegó a un apartado más oscuro que el resto de la biblioteca y dedujo que era ahí. No sabía que buscaba exactamente, así que cogió unos cuantos libros y empezó a hojearlos. Al cabo de dos horas entre conjuros de magia negra y criaturas varias, encontró el conjuro para entrar en la Nochesfera. Era más sencillo de lo que esperaba: tenía que dibujar una cara sonriente en una superficie, echarle leche de bicho y pronunciar la frase “Maloso vobiscum et cum spiritum”. No se esperaba encontrar una frase en latín en Aaa, teniendo en cuenta que era la última humana y eso era una lengua muerta. Había estudiado un poco de latín en la escuela, pero no sabía demasiado vocabulario, así que no llegaba a saber traducir la frase. Sacó un papel y lápiz de su mochila y apuntó los pasos a seguir. Aunque mientras lo escribía le parecía ilógico, ¿leche de bicho? ¿De dónde se suponía que tenía que sacar eso? Fionna pensó que ya lo encontraría cuando quisiera ir a la Nochesfera y apuntó la frase. Volvió a dejar los libros dónde estaban y le preguntó al príncipe si tenían un diccionario de latín. El chico respondió que no y ella le dio las gracias igualmente. Se fue de la biblioteca con las ganas de saber que decía esa frase. Príncipe Tortuga vio cómo se iba y llamó al Príncipe Bultos para explicarle la extraña búsqueda de información que había querido hacer Fionna. PB se olió un gran chisme ahí y fue enseguida a hacerle preguntas más detalladas y a “investigar” si Fionna había empezado a hacer magia negra.
Hola!!
Aquí está el capítulo... número 50!! Parece increíble que haya escrito ya 50 capítulos!! :iconrainbowllamaplz: Muchas gracias a todos los que me estáis apoyando con vuestros comentarios y vuestros favoritos!! :iconaawplz:

Y referente a los watchers... La votación se acaba en este momento!! Muchas gracias a todos por vuestro apoyo y vuestra opinión sobre que os gustaría que hiciera para agradeceros a todos los watchers! Aquí está el resultado de la votación! blackandwhitesisters.deviantar...
Muchas gracias a todos!

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