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Espejo, cap. 57

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Espejo, cap. 57

En la Tierra…


A Fionna le temblaban las manos mientras subía la cremallera de su chaqueta. Lo que estaba a punto de hacer era una locura, y una estupidez. Pero, teniendo en cuenta las opciones que tenía, esa era la locura más sensata que podía hacer. Le acarició la cabeza suavemente a Cake, quien la miraba suplicando que no fuera. Fionna le ajustó un poco más la cinta que llevaba en el cuello con la nota y buscó con la mirada las llaves del coche. Cuando las encontró salió al exterior intentando no cruzar su mirada con la de la gata, que seguía insistiendo con la mirada. ¡Cómo llegaba a ser, de protectora, aunque no fuera su verdadera hermana! La humana apartó ese pensamiento de la cabeza. No era momento de ponerse nostálgica o todo le iría aún peor. Se subió al coche que decidió utilizar a partir de entonces, un Mercedes Clase A negro, e intentó poner las llaves en vano. ¿Por qué sus manos temblaban? ¿Es que acaso no se había enfrentado a peligros mayores a ese antes? Sí, pero ninguno tenía un rostro conocido. Le dijo una pequeña voz en su interior. Al fin pudo insertar la llave y arrancó. Cake volvió a casa con la cabeza gacha.

Fionna miró el cielo al bajar del Mercedes. El sol ya se estaba poniendo y, en lugar de crear tonos vivaces anaranjados y rosados, estaba todo teñido de un gris liliáceo, un tanto deprimente, que anunciaba la lluvia con sus nubes. No sabía si la lluvia sería un punto a su favor o en su contra, pero decidió no pensar en eso. Había llegado la hora. Entró en el parque sin pensarlo dos veces, o quizás cambiaría de opinión. Como no vio a ninguna silueta en llamas esperando por ella, se sentó en el columpio. ¿Cómo había llegado a esa situación? Básicamente había decidido caer en la trampa, sin tener ni un solo plan B. Maldijo para sus adentros el haber querido ver esa carta, si le hubiese hecho caso a Penny, ahora no estaría ahí.
Y seguramente no hubiese tenido que mentir a Marshall.
Marshall.
¿Por qué le venía su nombre ahora? Fácil, se sentía culpable por no haberle permitido ayudarla. Él se preocupaba y, ¿cómo se lo había pagado? Mintiéndole. Pero ella ya se sabía cuidar sola. Lo había demostrado muchas veces… ¿no?
-Vaya, vaya, vaya… Al final, Caperucita fue directa a la boca del lobo. –Declaró una voz burlesca de entre las sombras que, en un susurro, añadió.- Hola, Fionna.
Fionna se levantó de un salto al oírle. Intentó respirar tranquila, pero seguro que Kenneth notaba su ánimo desde donde estaba. El chico fue un par de pasos hacia ella, con los manos en los bolsillos y una sonrisa que solo debería estar ahí si hubiese ganado una batalla.
-Creí que no te vería por aquí, pero veo que no eres tan cobarde. Aunque quizás esta es la opción cobarde.
Los pasos que él avanzaba hacían que Fionna retrocediera, como si hubiera un grueso muro entre ellos que no podían travesar. La chica sintió que tenía que decir algo, se estaba comportando como si nunca hubiera estado en peligro, y como le había dicho a Marshall, ella ya se sabía cuidar sola. Pero cuando abrió la boca no salieron más que balbuceos.
-Kenneth, esto… esto no tiene por qué ser así. –Alcanzó a decir, parando en seco.
El muro lo paró a él también, pero soltó una carcajada que le provocó un escalofrío a Fionna, y la miró con una sonrisa torcida
-¿Así cómo? –Preguntó.
Fionna miró un segundo al suelo, como si tuviera la respuesta, y cuando volvió a alzar la mirada, juraría que Kenneth estaba un poco más cerca que antes.
-Así. –Tan solo contestó.- Sé que hay bondad en tu corazón, si tan solo pudiera… -El vano intento de Fionna por dialogar se vio truncado por otra carcajada incrédula.-
-¿Bondad? ¿Desde cuándo?  -El juego de pasos volvió a empezar.- Si justamente empezaste a salir conmigo por qué era “el malo”.
-Yo… -Ella no sabía que contestar. Él pensaba que hablaba con la antigua Fionna, y ella no veía forma posible de hacerle cambiar de opinión.- Yo… -Sin darse cuenta la distancia entre ellos se reducía a la vez que Fionna hacía cada vez pasos más pequeños.- Flame Prince… -Dijo al mirarle a los ojos, y aunque vio fuego en ellos, no era el fuego que ella conocía.- No… -Murmuró, casi sin darse cuenta. Sin duda había cometido un error terrible al confundirlos.- ¿No hay forma de que esto acabe bien? –Preguntó justo antes de chocarse de espaldas contra un árbol.
Kenneth no necesitó más de dos segundos para acorralarla. Fionna se sentía perdida, tan solo podía mirar sus intensos ojos color miel, preguntándose cómo había podido ser tan tonta de dejarse atrapar.
-Bueno, siempre puedes no resistirte. –Le susurró antes de empezar a besarla como hizo el día de su ruptura.

Marshall llegó antes de lo previsto a casa de Fionna, prefería pasar más rato conversando con ella que yendo al parque. Bajó de su chirriante coche y se acercó a la puerta, con el sentimiento de que algo no iba bien. Para intentar apartar ese mal presentimiento, pensó que seguramente sería que Ashley se enfadaría con él por irse tan abruptamente con la excusa de que iba a hacer unos recados, dejando a Schawelle ahí. Decidió creer que lo que sentía era preocupación por la gatita blanca, aunque bien sabía que se estaba engañando. Iba a llamar al timbre cuando el viento movió un poco la puerta y Marshall vio que tan solo estaba entrecerrada. Eso era bastante raro, pero teniendo en cuenta que Fionna lo debía estar esperando ya, supuso que habría dejado la entrada abierta para que pasara. Cerró la puerta detrás suyo y… no pasó nada. Silencio. El chico notó que había algo que marchaba verdaderamente mal y fue a salir corriendo cuando oyó unos suaves pasos. Se giró, al no reconocerlos como los de Fionna, y vio a Cake acercándose a él. Se plantó delante suyo mirándolo a los ojos y moviendo la cola lentamente. Marshall se agachó y le acarició la cabeza a la gata, distraído. Ella movió su cabeza e hizo que la mano del chico tocara la cinta. Él miró que había tocado y cogió la nota escrita con trazos rápidos:
Marsh, sé que me matarás por esto pero… es algo que tengo que hacer sola.
Por favor, perdóname por haberte mentido. No te preocupes, estaré bien.
Hasta pronto,
Fionna.


Cuando Fionna notó los labios del pirómano intentando abrirse paso entre los suyos, intentó sin éxito sentir algo que no fuera repulsión. Apartó el rostro hacia el lado e intentó que sus cuerpos se separaran un poco, pero Kenneth no iba a dejar su presa tan fácilmente. Le agarró de las muñecas y la inmovilizó separándolas hacia sus respectivos lados con brusquedad, cosa que provocó un chillido por parte de Fionna, quien no dejó de forcejear en ningún instante.
-Nadie te oirá gritar. –Dijo Kenneth.-
Intentó patearle, pero también inmovilizó sus piernas contra el árbol. Ella intentaba resistirse a que los labios que una vez la habían besado con dulzura la besaran ahora y, cuanto más se resistía, más se divertía Kenneth. Subió las dos muñecas encima de su cabeza y consiguió retener las dos con una sola mano. Fionna se preguntó que le había pasado a su fuerza mientras Kenneth, sin dejar de besarla, le bajaba la cremallera de la chaqueta. El chico empezó a subirle la camiseta y ella se quedó como muerta, ya ni intentaba resistirse.

Marshall salió a trompicones de la mansión al borde de un ataque de nervios. ¿Cómo se le ocurría ir sola? Entró en el coche y cogió el móvil. Nada. No le contestaba la llamada. Arrancó el coche y empezó a llamarla repetidamente. ¿Por qué todos los semáforos se habían puesto de acuerdo para estar rojos cuando él quería pasar?

Él se relajó un poco sin darse cuenta al ver que ella ya no forcejeaba, aunque no lo suficiente como para dejarla escapar. Entonces a Fionna se le ocurrió una desagradable idea. Empezó a devolverle los besos, intentando imitar la pasión con la Kenneth se restregaba contra ella. El pirómano se relajó aún más; ya suponía que se acabaría rindiendo. Ella no solía tirar la toalla, pero sí que era demasiado orgullosa como para dejarle forzarla. Pasaron unos cuantos segundos antes de que dejara libres sus manos para poder cruzar su sujetador con tranquilidad. Fionna posó su mano derecha en el pecho de su exnovio y agarró con fuerza la camiseta que traía puesta. Kenneth lo confundió con lujuria y no le prestó ni atención a que ella empezó a girar hacia la derecha, ya que sus labios no se separaban. Fionna le cogió bruscamente del brazo y, aprovechando el momento de confusión, le hizo una llave de judo que lo envió de cabeza al árbol sin que él pudiera ni siquiera darse cuenta de que había pasado. Respiró profundamente para darse cuenta ella también que había pasado, y cuando se dio cuenta de que Kenneth se hallaba inconsciente en el suelo, lo primero que hizo fue tomarle el pulso. No sabía si se había pasado de fuerza, pero al parecer solo había perdido el conocimiento del golpe. Una corriente de aire pasó y le recordó a Fionna que su camiseta aún estaba subida. Ella la bajó de golpe, sonrojada, y miró al pirómano. No podía dejarlo ahí, podía pasarle cualquier cosa. Lo cogió en brazos y lo llevó hasta los sillones de atrás del coche. Lo estiró ahí y subió al coche.

Marshall llegó al parque y salió del coche sin ni siquiera sacar la llave del contacto. Gritó el nombre de Fionna un par de veces y corrió hacia el interior del parque. Miró alrededor; no había nadie más. Había llegado tarde. Derrotado, se apoyó de cabezas contra un árbol. Quizás Fionna había salido ilesa y estaba camino a su casa, o quizás… Abrió los ojos, como si contrarrestara ese pensamiento con la visión del tronco. Parecía que alguien se hubiera dado un golpe muy fuerte, faltaba un poco de corteza. ¿Y qué era eso tan fino que brillaba…? Lo cogió, era un pelo rubio. Su corazón paró por un instante, las dos cosas se relacionaron y empezó a alejarse del árbol. Ya es demasiado tarde, se repitió. Volvió con paso lento y pesado al coche e hizo lo único que podía hacer ya: volver a casa.

Fionna llegó a la policía gracias a las indicaciones de un amable ciudadano. Seguro que si lo dejaba ahí estaría a salvo. Bajó del coche y cogió a Kenneth en brazos. Entró a la comisaría y enseguida se acercó a ella uno de los dos policías que estaban ahí. Iba a preguntarle una cosa cuando vio el rostro de Kenneth.
-Este… ¡No puede ser! –Fionna lo miró interrogativa.- ¡Chicos, tenemos al adolescente pirómano!
Enseguida se acercaron tres policías más. Todos hicieron comentarios similares y dos de ellos se acercaron para cogerlo, cuando Fionna se echó un paso hacia atrás. Los policías cogieron a Kenneth de todas formas y la mujer policía la paró.
-Chica, ¿puedes venir un momento? Tenemos que hacerte un par de preguntas.
Sin dejarla responder, la cogió del brazo y se la llevó a otra sala, donde se sentó en una incómoda silla, y la policía en otra. Las separaba una mesa. Pasaron un par de minutos en silencio, hasta que Fionna no pudo contener su curiosidad.
-¿Esto es una sala de interrogatorios? –preguntó.-
-Sí, lo es. –Fue la contestación de la mujer.-
-¿Vas a interrogarme? –Continuó Fionna.-
-Sí. Si mi compañero se digna a aparecer. –Dijo con clara irritación.-
-Pero yo no he hecho nada malo.
-Mira, niña, no te interrogo por qué crea que hayas hecho algo malo. En realidad, lo dudo. Solo estoy siguiendo el protocolo.
-Oh. –Pasaron dos minutos más en silencio antes de que la mujer se hartara de esperar.-
-Vale, a la mierda Joe. ¿Dónde has encontrado al pirómano y por qué está inconsciente? –Fionna ya suponía que le preguntarían eso y ya tenía una respuesta preparada.-
-Me lo he encontrado en el parque, y vi unos chicos alejándose. Creo que fueron ellos quienes le dejaron así. –Dijo inocentemente.-
-¿Y no lo llevaste al hospital? –Preguntó la policía entrecerrando los ojos.-
-No sé, tuve la intuición de que sería mejor traerlo aquí.
-Buena intuición. –Justo entonces entró el policía que faltaba.-
-¿Cómo está Kenneth? –Preguntó Fionna en cuanto lo vio. El policía fue a contestar cuando la mujer lo interrumpió.-
-¿Cómo sabes su nombre? –A la rubia le pilló por sorpresa la pregunta, y aún más la respuesta que dio casi sin pensar.-
-Soy su novia. –Joe se echó a reír entonces.-
-No creo que puedas seguir la relación a distancia. –La mujer le dio un codazo.-
-No es gracioso, Joe. –el policía se rio de nuevo.-
-A mí me lo ha parecido, Susan.
-Yo no he entendido la broma. –Contestó Fionna, captando de nuevo la atención de los dos agentes.- ¿Está bien?
-Bueno, sí. No tiene más que un fuerte golpe en la cabeza. Pero no vas a poderlo ver en mucho tiempo. –Contestó Joe.-
-¿Por qué?
-Se lo llevan a un hospital psiquiátrico. –Contestó Susan.-
-Oye, ¿ahora es ella la que interroga? –Inquirió el policía.-
-Si es su novia, creo que tiene derecho a saber con qué clase de loco estaba saliendo. Porque me temo, cielo, que lo vuestro ya no tiene futuro.
-¿Por qué se lo llevan a un hospital? ¿No tenía solo un golpe? –Fionna temió haberle hecho daño de verdad, pero la respuesta que recibió le dolió aún más.-
-Un hospital psiquiátrico es donde van los locos. –Dijo Joe sin ningún tacto.-
-Él no está loco… -Lo defendió Fionna, sin darse cuenta volviendo a pensar en Flame Prince.-
-Es donde debería estar. En realidad se escapó, así que… -La rubia lo miró, extrañada y sorprendida.-
-Bueno, con una vida como la suya, yo también me volvería loca. –Comentó Susan.-
-¿A qué… a qué te refieres? –preguntó Fionna, sin tener demasiado claro si quería saber la respuesta.-
-Oye, eso ya sí que no se lo cuentes. –Ordeno Joe.- Ella no nos ha dicho nada y nosotros aquí hablando como cotorras.
-A mí sí que me ha contado, y si hubieses  estado aquí a tiempo lo habrías escuchado. –El policía resopló.- Además, creo que es justo que ella sepa con qué clase de desequilibrado estaba saliendo.  –Fionna la miró directamente a los ojos.- A ver, no sé cómo vivía él dentro de casa, pero por lo que he podido ver en los expedientes… Cuando él tenía unos siete años, su madre asesinó a su propia hermana para quedarse con toda la herencia. Y, claro, la madre acabó en prisión. Como ya no tenía ni madre ni padre que pudieran cuidar del pobre niño, se fue a vivir con su tío no-biológico y su prima pequeña. Creo que él le culpaba por la muerte de su esposa, pero no nos han llegado noticias de que le hiciera nada. Después él empezó a interesarse por el fuego, y a juntarse con malas compañías, a no controlar sus impulsos y… pasó lo que pasó. Lo encerraron en el hospital psiquiátrico después de que le prendiera fuego a un aula de su instituto con un compañero dentro. Y se escapó hará cosa de… ¿dos semanas? Pero esta vez lo tendrán más vigilado, así que no creo que consiga volver a escapar. Lo siento pero creo que no sería buena idea continuar tu relación con él.
-No sí… ya… No... no lo haré… -Murmuró Fionna.-
-Bien. Ya puedes irte.

La chica se fue sintiendo un poco de pena por Kenneth. Pero no podía hacer nada. Se dejó caer en el mullido asiento del Mercedes y cogió su móvil. Lo había llevado en silencio todo el rato. Encendió la pantalla y vio un mensajito.
“23 Llamadas perdidas”
Hola!!

Sé que es un poco más tarde de lo normal, pero bueno, aquí está!

Siento el mal rato que te estoy haciendo pasar, Marshy!!

Y bueno, el que te he hecho pasar a tí, Fionna...

No queríais que le pegaran una paliza a Kenneth? Pues bueno, no es una paliza pero si un cabezazo contra un arbol. Digo yo que tiene que doler.

Oh, y se sabrá el pasado de Kenneth un poco más profundamente dentro de un par de capítulos.
ALERT (MAYBE) SPOILERS!!
¿Pero habéis visto el capítulo donde se dice que el padre de Flame Princess mató a su hermano? Me acordé y pensé "Eso significa que en la Tierra... La madre de Kenneth mató a su hermana??!!"
YA TA' SPOILER!!

Bueno, muchísimas gracias por vuestro apoyo y todos y cada unos de vuestros comentarios y faves!!

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nattylabebe's avatar
siento un poco de pena por Kenneth pero si no lo meten al hospital psicológico obiamente cuando recupere la consiencia ubiera quemado la casa de fionna o peor a fionna Nuu Nuu 
jeje pero igual amo el fiolee

fiolee 4everHeart Heart Heart Heart