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Espejo, cap. 80 (completo)

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blackandwhitesisters's avatar
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Espejo, cap. 80

En Aaa…

-Por eso estabas tan cansada los jueves por la mañana… Chica, si me hubieses dicho que quedabas con Marshall por la noche te hubiera dejado saltarte las clases –reveló Cake-.
Fionna se quedó con un palmo de nariz cuando se dio cuenta que podría haber dormido más horas si no hubiera desconfiado tanto de su compañera. Estuvo tentada de contarle también que hacía clases por las mañanas de los viernes, pero supuso que no estaría tan contenta y tranquila con eso, así que tan solo sonrió.
-Bueno es saberlo –comentó la chica-.
Cake le revolvió un poco el pelo a la rubia con una sonrisa tierna y recogió los platos de la comida. Se le hacía algo raro oírla hablar de chicos con tanta naturalidad, aunque eso le recordaba que realmente no era su hermana. Ese pensamiento volvió a entristecerla, pero intentó que no se reflejara en su rostro; no quería preocupar a la humana. La gata le sugirió jugar con BMO un rato, para distraerse, y la chica contestó algo que la descolocó por completo:
-¿Por qué no vamos de aventuras esta tarde?
La gata pestañeó un par de veces; un terrible dejà vu la acababa de asaltar, consiguiendo que sus ojos se humedecieran aún más y un nudo en la garganta le impidiera contestar de inmediato. Fionna la miró, preocupada. Había notado que algo le ocurría y había pensado que eso la animaría, siempre hablaba de lo divertido que era.
-Cake, si no quieres podemos quedarnos en casa. A mí no me importa –dijo para calmarla-.
Su compañera se negó, con una leve sonrisa y quitándose las lágrimas nostálgicas de encima. Casi había olvidado esos momentos de hermanas en los que solo importaba el presente.
-¿Qué hora es?
La humana enseguida entendió por el tono que no le pedía el tiempo de reloj, así que, movida por una intuición, contestó insegura.
-¿Hora de aventuras?
-Sí, Fi. Hora de aventuras.

Bien entrada la noche, las dos chicas llegaron agotadas pero animadas a la casa del árbol. No paraban de comentar, risueñas, las experiencias vividas esa tarde. Fionna hacía tiempo que no se divertía tanto inventando aventuras, que de alguna forma acabaron siendo reales. Le recordó a los tiempos de su niñez cuando en el patio todos la miraban raro por decir que había un duende atrapado en un árbol y tenían que salvarle o que un troll peligroso se acercaba a ellos y debían esconderse. Por aquel entonces ya sabía que se lo estaba imaginando, pero le sentaba mal que sus compañeros de parvularios se burlaran de ella por fantasear en un mundo donde eso era posible. La rubia no había dejado que ese recuerdo oscureciera su mirada. Cake, por otra parte, se había permitido el lujo de imaginar durante unos instantes que estaba con su hermana, por mucho que supiera que se estaba engañando a sí misma. Sabía que eran diferentes, pero, en momentos como ese, era tan fácil confundirlas… que se acababa hiriendo al acordarse del pasado. No era que no le cayera bien esa nueva Fionna; ahora que ya no era tan impertinente y había empezado a confiar en ella no había problema. Era por no saber dónde –ni cómo- estaba su hermana. El simple hecho de acordarse de la antigua heroína le dolía en su corazón, y no podía esconderlo del todo. Pero esa tarde le había sentado bien. Se había olvidado por un momento del sufrimiento para divertirse, y estaba agradecida por eso. Le preparó un bocata gigante a la humana, pero en un principio lo rechazó alegando que engordaba; al final pudo convencerla de que necesitaba comer y acabaron cenando juntas. Cake le aclaró que pasaría todo el domingo en casa de Lord Monochromicorn antes de irse a dormir. Cuando Fionna ya estaba casi en el mundo de los sueños, oyó unos suaves sollozos provenientes del cajón donde dormía la gata. Abrió los ojos pesadamente y agudizó el oído.
-Cake, ¿te encuentras bien? –susurró al aire-.
El llanto paró de golpe, pero la voz de su compañera sonó quebrada cuando respondió que sí. La rubia suspiró, estaba claro que mentía.
-¿Es por ella? ¿La echas de menos? –preguntó, en el mismo tono de voz que antes-.
-Muchísimo –contestó la gata, volviendo a lloriquear-.
-Debe ser difícil no hacerlo teniendo una persona con su mismo rostro viviendo en la casa… -reflexionó en voz alta-. ¿Quieres que pase una temporada en casa de Gumball para que puedas despejarte?
Cake se estiró hacia la cama, hasta acurrucarse con ella.
-Ni hablar. No sé cómo lo has hecho, pero he acabado pillándote cariño –confesó, con las lágrimas bajando aún por su pelo-.
La rubia sonrió dulcemente y abrazó a su gata.
-Yo también te quiero –contestó, antes de acurrucarse de vuelta y cerrar los ojos-. Buenas noches, Cakey.
La felina tan solo se dejó abrazar sin poder evitar que los sollozos la dominaran por unos instantes eternos, que desembocaron en un mar agitado de sueños inquietos.


La aventurera se sentó delante de BMO, aburrida. Le gustaría que esa mañana pudiera volver a ir a explorar con Cake; había fichado una cueva con una inscripción extraña al principio que le gustaría investigar. Nunca habría pensado que acabaría prefiriendo salir y poner su vida en peligro por una aventura que quedarse en casa jugando a videojuegos; lo único que se lo impedía era que no quería ir sola. Fionna suspiró y dejó que la consola eligiera un videojuego. BMO le preguntó si le ocurría algo, y después de que la humana le contestara, exclamó sonriente:
-¿Por qué no vamos juntos?
La chica rio, pensando que era una tontería, pero le faltó poco tiempo para convencerse a sí misma de que no lo era. Esa adorable consola le haría la compañía que necesitaba y, quién sabe, quizás podría ayudarla y todo. Se armó con la espada, la mochila y su gorro, y salió de inmediato con BMO en su hombro.

Después de una caminata infinita, llegaron delante de la cueva. Fionna se acercó a la inscripción y se dio cuenta que estaba escrita en un alfabeto extraño y completamente desconocido para ella. Pensó que intentar descifrarlo sería perder el tiempo, quería volver a casa antes del anochecer, y se adentró en la gruta sin pensarlo dos veces. En cuanto la oscuridad empezó a rodearla agarró fuertemente su arma, maldiciendo que no hubiera caído en traerse una linterna. Avanzó unos cuantos metros más, temblorosa, hasta que no pudo soportarlo y dio media vuelta. Soltó unas injurias mientras volvía hacia la luz, y BMO se despertó de su siesta, sorprendido por oírla utilizar esa clase de vocabulario. Volvió a preguntarle a la chica que le ocurría, y en el momento que se giró para contestarle, tuvo que entrecerrar los ojos por la luminosidad de la pantalla. Fue como si una bombilla se encendiera en su cabeza, y dejó a BMO en el suelo.
-¿Crees que podrás iluminarme el camino? –le preguntó la rubia con una sonrisa dulce-.
-¡Por supuesto, Fionna! ¡Sígueme! –exclamó, emprendiendo el camino con energía-.
Su pantalla no era una linterna potente, pero sí llenaba la caverna de una luz suave que le permitía ver con seguridad.
-Oye, ¿por qué no he notado tu brillo la primera vez que he entrado? –inquirió la humana, desconcertada-.
-Oh, me había desconectado temporalmente. En los viajes largos siempre me entra sueño –respondió, con una pequeña sonrisa que enganchó a la chica-.
Caminaron un trecho más hasta que BMO paró de golpe, con rostro desconfiado. Fionna miró el túnel, no parecía extraño y, como la videoconsola no le respondió cuando le preguntó por qué se había detenido, avanzó segura. Apenas había dado dos pasos cuando chutó una piedrecita y su acompañante le gritó que volviera. La humana giró la cabeza hacia atrás para mirarlo en la pantalla, sin saber a que venía la urgencia en su voz, cuando notó como algo afilado pasaba por su mejilla izquierda, rasgando su piel y haciéndole un pequeño corte. Se quedó petrificada en el sitio durante unos segundos, antes de girar la mirada a la pared. Una flecha se había quedado clavada en la roca, con un poco de sangre en la punta. Abrió los ojos como platos y se volvió hasta quedarse atrás de BMO. Se puso de rodillas y buscó en la mochila una pequeña tirita mientras la consola le iluminaba el interior. Se la puso deseando que para el baile ya se hubiera curado y no quedara ninguna cicatriz.
-Por favor, BMO, dime que no está el suelo lleno de trampas –deseó fuertemente-.
-Me temo que si mueves las piedrecitas de alguna forma, se activan las trampas.
Fionna miró el suelo, estaba lleno de guijarros. Echó un grito de exasperación, sería imposible cruzar sin caer en casi todas las trampas. Se sentó en el suelo, pensando una solución. Después de descartar un par y casi rendirse, cogió una piedrecilla y la tiró, enrabiada. Esa movió a otra y a otra y se activaron tres trampas de golpe. Miró a BMO, sonriente y le dijo que tirara todas las piedras que encontrara. Fionna agradeció haber pensado en eso al ver la cantidad de flechas, piedras gigantes e incluso fuego que salió por la enorme cantidad de trampas. Cuando el pasillo se mantuvo en calma a pesar de las piedras que movían, decidieron pasar. Al principio los pasos eran temblorosos, pero avanzaron seguros al notar que estaban a salvo. La humana iba a comentar que fácil estaba siendo cuando se tropezó con una cuerda y cayó al suelo. Se apartó un poco y una estalactita de piedra cayó justo donde había estado su cuerpo. “Vale, no debes bajar la guardia”, pensó la chica con los ojos como platos. La consola se acercó a ella, y la intentó ayudar a levantarse. Continuaron por la gruta, esta vez cuidadosos a cualquier detalle, aunque no vieron ninguna clase de trampa más.

Llegaron a un callejón sin salida y Fionna bufó. No podía creerse que hubieran estado caminando para encontrarse en un punto muerto. Quizás eso era lo que ponía la inscripción al principio, que no servía de nada entrar. La humana se negó a rendirse, y empezó a tocar la pared, en busca de alguna clase de botón o palanca que abriera una salida, mientras BMO iluminaba cerca de donde estaba ella. Su intuición había sido certera. Mas no se abrió una puerta, sino que una plataforma redonda salió de la pared, con unas líneas desordenadas que se cortaban en una redonda más pequeña cada vez. Era un puzzle. Antes de ni siquiera dejar que BMO hablara, empezó a girar las circunferencias, consiguiendo conectar los trazos, y consiguiendo que un dibujo fuera visto. Tan solo tuvo tiempo de preguntarse a sí misma por qué había salido una calavera antes de que se abriera una trampilla bajo sus pies. Consiguió agarrarse con una mano al bordillo y, aunque por dentro se repetía que no lo hiciera, miró hacia abajo. Esa caída parecía infinita. Con el corazón en la garganta, utilizó toda su fuerza para salir de la trampa. La adorable consola intentaba ayudarla en vano, estirando de la manga de su camiseta. La humana movió uno de los círculos del acertijo, cerrando el hueco que se abría en el suelo.
-Fionna, ¿puedo intentar resolverlo yo? –preguntó su acompañante-.
-BMO, ya lo he solucionado, y era una trampa. No hace falta que… ¿Qué haces? –murmuró, extrañada, mientras en la pantalla de la videoconsola se sucedían una serie de códigos extraños-.
-¡Lo tengo! –exclamó, sonriente-.
La rubia se dejó guiar por el gracioso aparato, borrando el dibujo de la calavera y transformándolo en una gema. La redonda se volvió a hundir y se apartó, dejando paso a través de la pared. Fionna y BMO se miraron, expectantes. La humana cogió a su acompañante en brazos e iluminó el camino hasta que vieron un pequeño altar con un cofre cerrado, y sonrieron, satisfechos. Habían llegado al final del recorrido.

Llevarse un tesoro hasta su casa no era tan fácil como la aventurera había previsto. La humana estuvo deseando durante todo el camino que hubiera esperado a que Cake la acompañara, y que cargara ella ese gigante cofre que pesaba como si llevara piedras dentro. En realidad había sospechado que fuera así, y deseó firmemente que no estuviera llevándose rocas como premio. Hacía un buen rato que ya había anochecido cuando llegó al árbol que ya había acostumbrado a llamar “hogar”. Dejó caer el arcón, agotada, y se sentó en el suelo junto a BMO, expectantes de saber que había dentro. Intentaron abrirlo a las buenas, pero estaba cerrado con llave. Fionna ya se lo esperaba, así que fue a por una horquilla e intentó abrir la cerradura como tanto había visto en las películas. Fue más difícil de lo que esperaba, mas lo consiguió, y supo que había valido la pena aunque solo fuera por la emoción de haber conseguido un cofre lleno de oro y joyas. Hasta BMO se había quedado asombrado por la brillantez de las monedas y colgantes que ahí se exhibían. Empezaron a volcar el contenido, riendo como niños y admirando, atónitos, la cantidad de brillantes que cabían en una sola arca. Cuando la mayoría del tesoro ya estaba en el suelo, un destello verde llamó la atención a Fionna más de lo que lo habían hecho las demás joyas. Sacó el colgante con la boca abierta, deslumbrada. Era mucho más fino y elegante que el resto de las maravillas pretenciosas que había visto, como la corona que BMO se había puesto aunque le fuera grande. Observó la delicada filigrana dorada acunando suavemente la esmeralda con una sonrisa. Sabía una ocasión perfecta para estrenarlo. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el ruido de la madera quebrándose y algo de olor a humo. Se giró de dónde provenía el calor, y vio una entrada hacia la Nochesfera abierta, y una figura oscura que se iba acercando a ella. La silueta femenina cruzó las llamas y miró a Fionna con la cabeza alzada y la nariz un poco arrugada. La humana tragó saliva y soltó el colgante sin darse cuenta. Esa mujer de pelo negro como las plumas de un cuervo y mirada penetrante caminó, sin prisa, alrededor de la mortal, consiguiendo que sus latidos incrementaran en rapidez. La humana aguantó la respiración, preguntándose qué había hecho para recibir la visita de un alma oscura como esa.
-Así que crees que cualquiera puede salir con mi hijo, ¿eh?
Fionna soltó el aire y la miró extrañada. Estaba soltera, de momento. El desconcierto había quitado todo miedo irracional que había tenido hacía unos segundos. Por un momento pensó que se había confundido de chica, mas desechó esa reflexión de inmediato. En ese lugar ella era la única humana. No pudo evitar murmurar un leve “¿Qué?” que hizo más notoria su perplejidad. Al ver que no respondía, la que iba vestida como una abogada insistió, hablando con superioridad.
-¿De verdad piensas que una mortal como tú está preparada para salir con un vampiro?
Esa pregunta pasmó aún más a la rubia, pero le aclaró las cosas de inmediato.

Era la madre de Marshall.
Siii! Después de una semana... Aquí está!!

Si queréis saber que pasará a partir de ahora con los caps... mirad esto blackandwhitesisters.deviantar…

Y sí! Hannah Abadeer ha aparecidooo!! Esa no os la esperabais, eh?

Realmente no tengo ganas de hacer una gran descripción, aún tengo deberes que hacer, así que solo diré...
Gracias!!

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YamiKaoz's avatar
Omg! Suegraa!! O: jajajaja Pobre Fionna! :S